Diario
Hoy me sentí alegre porque hicieron la menestra verde que tanto me gusta. Desde la mesa de la cocina –mientras comía- observaba una botella de pepsi litro y medio, me preguntaba: ¿cuanto más engordaría si tomaba un poco?, y tomé agua, más sano, y repetí dos veces arroz. Después fui hasta la computadora a chatear un rato, ese rato se convirtió en cuatro horas muy pero muy tediosas, había un libro de Vargas Llosa a la mano derecha del escritorio, me tentaba a leerlo tirado boca arriba en mi cama, pero mis ojos, víctimas del Internet, aclamaban furiosamente clemencia. Decidí dormir. Milagrosamente estaba solo, abrí la ventana para airear la habitación y me tire en seco contra la cama, cerré lentamente los ojos mientras acomodaba una almohada entre mis piernas. Cuando empezaba a soñar tocaron el timbre dos veces, dudé seis en ir a abrir o no. Pero fui. Era un amigo de la universidad que estaba de pasada por el barrio y tuvo la excelente y oportuna idea de visitarme. Conversamos durante 2 h