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Rocio

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"Si brindamos sin mirarnos a los ojos, tendremos 7 años de mal sexo, salud" Todo fue en el 2009. La flaca Roció que conocía desde mi casi niñez. Estaba enamorada desde hace un año, y mantenía una relación a distancia con un desastroso y enano hombre limeño; de esos rockeritos aturdidos y punkekes, que más que hombre parecía un chimpancé amaestrado solo para tener sexo (ella me dijo que lo único bueno con el, era el sexo). Se veían una vez al mes cuando él se escapaba de su chamba y venía a visitarla, eso implicaba que ella solo la “veía” una vez al mes. Cosa que una mujer a los 30 años no está dispuesta a soportar por más de un par de meses. Entonces, cuando sus planes eran de matrimonio, y que el vendría y buscaría trabajo, y alquilarían un departamentito en el centro (barato nomás), y empezarían a comprar sus combos electrolux, para que en unos 20 años sean la pareja feliz, si es que en dos no se habían separado. Aparecí yo, si yo. Con todas mis letras. Dis

Fiesta para Celeste

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Celeste observa tímida a la pareja que está frente a ella, se besan y miran como si fuese una despedida, ella imagina las veces que pudo verlos teniendo sexo. Siempre piensa en sexo, porque a su larga edad aún es virgen por voluntad propia, o quizás por miedo. La reunión se pone cada vez más tensa, ha llegado alguien desconocido y extraño para todos, se confunden e incomodan, sin embargo siguen en círculo pasando un poco de trago que cada vez hacían más suave. Alguien saca hierba, Celeste se sorprende pues habían tardado, de inmediato voltea hacia el tipo extraño pensando que sería el primero en pedir el “bate”, pero no, no quiso, no estaba estimulado parece. Celeste empieza a fumar de a pocos y beber a tragos largos y desesperados el ron con gaseosa, sin decir palabras demuestra ser la más tranquila y conforme con el momento, no le importa mucho el raro ese, las chicas tontas, la pareja enamorada, los chiquillos promiscuos, y las hermanas artistas… sigue pensando en sexo. Después de u

Un Paseo con la Ex

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Salir con una ex para mí es una tortura, es que debido al cariño basado en pocos meses de relación y años de conocernos, cada paso que damos me provoca abrazarla o besarla sin pensar en que ella no quiera hacerlo. *Sólo pasa esto con las ex’s a quienes guardo aprecio, y de quienes siempre llevo en mi el profundo placer que algún día me hicieron sentir. Y no son muchas. El primer día que la vi estaba sentado al fondo del salón, era la segunda semana de clases y había sólo una carpeta disponible en la primera fila, ella se sentó y lo que más recuerdo es como sobresalía su excelente trasero de la carpeta, y dije: “wow, lo mejor que tiene esta universidad son estas carpetas tan pequeñas”. Pasaron meses de gilear pues la chica es difícil, la que me ha costado más trabajo hasta hoy, en fin. Ella es mi ex de universidad, tuvimos durante dos meses una relación accidentada – como todas mis relaciones -, pero con cosas bonitas: cómo olvidar las salidas al cine en parejas, luego nos sentábamos e

Pasamos a Otra Estación

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Amanece aún nublado y con pequeñas lloviznas que cubren las calles ansiosas por tener nuestros pasos dándole ritmo a la mañana, que recién empieza. Con el cabello húmedo y despeinado salgo casi corriendo de la casa, no sin antes persignarme en la puerta y desearme un buen día. Estornudando - pues siempre amanezco resfriado -, llamo un taxi para que me lleve al trabajo, y en el trayecto veo a la gente en pijama, comprando pan en las bodegas o panaderías, debo decir que nunca en mi vida he salido a comprar pan una mañana, espero hacerlo cuando viva solo, quizás sea emocionante. Ya en la oficina prendo el aire acondicionado porque soy el primero en llegar, me siento y abro el msn mientras escucho las noticias y leo los periódicos llenos de portadas horribles con muertos. Luego llega Diana – asistente de comunicaciones como yo -, se sienta y saca dos panes de su bolso que dependiendo de mi suerte están rellenos de jamón, me invita uno pues no quiere engordar y yo tampoco, pero la falta de

He Viajado Tanto, que Ahora Entiendo

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Hoy entiendo por qué las hojas de ese árbol viejo en el jardín se vuelven hacía mí después de haber partido. Las vi lejanas cayendo y alejándose cada vez más, impulsadas por heladas brisas de invierno; bailando sobre una ciudad sin color y sin alma. Sin fin. La ansiedad por algo persigue a la inquieta duda. Las hojas quieren responder, tienen todo a la punta de una lengua mortal. Basta, no quiero ver ni oír. Sólo recuerdo hoy a ojos cerrados aquella plaza iluminada por un amarillento farol, rodeada de calles estiradas y rotas, el olor a cigarro humedecido por la llovizna que empapa mi rostro al caminar despejado de alegrías. Entonces, todo se tornó rojo. Un infierno sin llamas, sólo rojo. Lanzo mis puños al aire y se ven lentos, despacio sientes mejor me dicen. Rico se ha sentido estar en ese pequeño infierno atado a cuatro paredes. Se escuchan cantos melancólicos de épocas a blanco y negro. Y así, desde un corazón que late muy fuerte, se sienten besos y caricias que desbordan la única

Mis amigos, y Nuestros Temas y Putas de Siempre

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Hans preocupado toda la vida, siempre por el mismo tema: “el sexo”. Esta vez supongo era algo serio. En el parque de la virgencita (porque hay una estatua de la virgen), nos cuenta alarmadamente que de niño no le hicieron la circuncisión, y creo, por la cara de todos, que a ninguno de nosotros nos la han hecho. Bueno, sufría porque tiene un frenillo peneal. Carnosidad insignificante pero dolorosa, que cuando se masturba (aún a los 25), o cualquier chica salvaje agita su pene fuertemente, es algo insoportable, hasta para el más cruel de los machos. Carajo dije dentro de mí, tan sólo de imaginar lo que sentía, o cómo se veía. “hace años me salió un pequeño grano más abajo del glande, fui donde mi primo médico, y me mando a hacerme análisis. ¡Puta madre!, me lo estaba raspando una enfermera que estaba más buena, y se me paró; ella me miró como diciendo que imbecil eres chibolo, y siguió raspando mi pene, yo cerraba los ojos y tenia esa sensación rara entre placer y dolor, como los gatos.

Mis Amigas, Encantadoras

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Lo usual en mis vacaciones es leer y escribir todo el día mientras se pueda, luego en la noche salgo a caminar, y como quien dice: “a ver qué pasa”. Para no perder la costumbre vacacional que consiste en hacer de estos días de ocio, los más bohemios del año. Busco amigos de antaño con los cuales por el simple hecho de conocernos muy bien, podemos hablar de cualquier cosa y hacer que parezca interesante. Pero, nada iguala los ratos que paso con Camila y Daftne. Decir genial sería poca cosa, la diversión que conseguimos en unas cuantas horas es incomparable. Camila tiene 21, trabaja en un colegio pequeño y es odiada por las auxiliares, a quienes acusa por no limpiar los baños o dejar que los niños peleen. Ha dejado la universidad y está juntando dinero para volver, y reanudar sus estudios de psicología. Es entretenida y le gusta beber tanto como a mí, tanto como a Daftne, quien se rehúsa a creer en el amor y entregarse de manera íntegra a alguien como lo hizo una vez. También estudiante