Mis Amigas, Encantadoras

Lo usual en mis vacaciones es leer y escribir todo el día mientras se pueda, luego en la noche salgo a caminar, y como quien dice: “a ver qué pasa”. Para no perder la costumbre vacacional que consiste en hacer de estos días de ocio, los más bohemios del año.

Busco amigos de antaño con los cuales por el simple hecho de conocernos muy bien, podemos hablar de cualquier cosa y hacer que parezca interesante. Pero, nada iguala los ratos que paso con Camila y Daftne. Decir genial sería poca cosa, la diversión que conseguimos en unas cuantas horas es incomparable.

Camila tiene 21, trabaja en un colegio pequeño y es odiada por las auxiliares, a quienes acusa por no limpiar los baños o dejar que los niños peleen. Ha dejado la universidad y está juntando dinero para volver, y reanudar sus estudios de psicología. Es entretenida y le gusta beber tanto como a mí, tanto como a Daftne, quien se rehúsa a creer en el amor y entregarse de manera íntegra a alguien como lo hizo una vez. También estudiante desertada de psicología, trabaja los fines de semana en un supermercado impulsando productos femeninos.

Son pocas las veces que nos hemos juntado a charlar y beber como locos, porque en realidad lo hacemos como unos locos, sin sentido del lugar y menos del tiempo. Expresamos nuestras más íntimas inquietudes soltando risas escandalosas y nunca nos ponemos nerviosos por lo que pueda suceder.

Sus conmocionados bailes siempre me dejan atónito, boquiabierto y satisfecho. He intentado bailar con ellas, y no pude seguirles el ritmo, quizás se deba a la poca práctica que tengo como bailarín, en fin.

Yo diciéndole a Daftne: “Besas riquísimo”… Daftne sonríe y sigue besándome.

Debo admitir que Daftne besa muy bien, aunque es más recatada al momento cuando quiero acariciarla, acariciar parte de su cuerpo que normalmente es prohibido, y si, en ella es prohibido. Es dulce y me gusta como pasea su mano suavemente por mi rostro cuando la beso. Se podría decir que es un “contraste” con Camila, que es más intensa, más radical. Vive de otra manera la pasión que siempre ronda por ahí, dentro de sus pequeños ojos cubiertos por un par de cristales. Ambas encantadoras y convencionalmente ricas.

Me considero un admirador de su gran actitud desenfadada, siempre queriendo sobrepasar los límites y parámetros que tiene una estupida y maliciosa sociedad como la nuestra. Y no quiero dejar de lado a la capacidad casi escondida que poseen para dar un consejo sobre cualquier tema relacionado al amor, a base de su experiencia, sea esta larga o corta. Igual, eso no importa.

Y Camila diciéndome: “la estamos cagando”, y yo: “¿otra vez?”.

En el taxi de vuelta a casa (solo), después de haber bebido, reído y supongo que haberla “cagado” también; espero en otro día volver a encontrarlas. Lindas como siempre, como ellas mismas.

Comentarios

Unknown dijo…
Me encanto !! Q tales memorias .....
Unknown dijo…
tienes mucho talento para escribir....

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